El supuesto jefe del comando Vizcaya, Arkaitz Goikoetxea Basabe, paseaba con naturalidad por las calles de Ezcaray sus 1,87 centímetros de altura y su particular cicatriz en el labio superior. Pero apretaba bien la mano para esconder sus dos dedos mutilados, producto de sus correrías en la kale borroka.
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