El lugar ha sido siempre siniestro, pero desde que en octubre cayeron las lluvias torrenciales sobre el noreste de Marruecos, lo es aún más. La riada levantó la calzada y acumuló basuras en el lecho del arroyo Mezquita que atraviesa la frontera de Beni Enzar, en Melilla. Al caer la noche la frontera tercermundista adquiere tintes que recuerdan a los del telón de acero.
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