Les ataron los codos por la espalda y al cuello con cables de la luz, los llevaron hasta un lugar solitario, les obligaron a arrodillarse, les dispararon en la cabeza y ni siquiera los enterraron, sino que los arrojaron, como animales, al fondo de un pozo seco de más de 50 metros de profundidad. Así fueron asesinadas al menos 19 personas entre el 18 de marzo y el 4 de abril de 1937 en Arucas (Gran Canaria), según los estudios que se están llevando a cabo a partir de los huesos extraídos en diciembre de 2008 del pozo del Llano de las Brujas, la mayor fosa del franquismo localizada hasta ahora en Canarias.
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